14.12.10
Duro es el camino y se que no es fácil
no se si habrá tiempo para descansar
en esta aventura de amor y coraje
solo hay que cerrar los ojos y echarse a volar
y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír
Puedes creer, puedes soñar
abre tus alas, aquí está tu libertad
y no pierdas tiempo, escucha al viento
canta por lo que vendrá
no es tan difícil que aprendas a volar
No pierdas la fe, no pierdas la calma
aunque a veces este mundo no pide perdón
grita aunque te duela, llora si hace falta
limpia las heridas que cura el amor
y cuando el corazón galope fuerte, déjalo salir
no existe la razón que venza la pasión, las ganas de reír
Y no apures el camino, al fin todo llegará
cada luz, cada mañana, todo espera en su lugar
Puedes creer,puedes soñar......
PATRICIA SOSA
9.12.10
¿Por qué fomentamos el valor del compañerismo en la escuela?
No somos humanos sin los otros.
No nos constituimos como sujetos sin el reconocimiento de esos otros.
De allí la importancia del vínculo y del diálogo como camino a la intersubjetividad, como posibilidad de estrechar lazos, de construir la propia identidad, de encontrarse y de vivir en comunidad.
Vivir y vivir en la escuela con valores, debe ser nuestro objetivo, ya que al fortalecer los valores humanos crecen las virtudes.
Cuando hablamos de valores nos referimos a convicciones humanas fundamentales, que llevan a la realización plena, a ciertas actitudes o comportamientos asociados a un valor o a una virtud.
Una persona es más humana cuando puede reconocer que es un ser capaz de lograr que los demás lo acepten, lo respeten y puede convivir.
Uno de los valores destacados y de las actitudes más deseadas en el
entramado de las relaciones humanas, es el compañerismo el cual incluye el amor, el respeto y la comunicación entre dos o más personas.
Y es en la escuela donde este compañerismo debe fomentarse.
No nos constituimos como sujetos sin el reconocimiento de esos otros.
De allí la importancia del vínculo y del diálogo como camino a la intersubjetividad, como posibilidad de estrechar lazos, de construir la propia identidad, de encontrarse y de vivir en comunidad.
Vivir y vivir en la escuela con valores, debe ser nuestro objetivo, ya que al fortalecer los valores humanos crecen las virtudes.
Cuando hablamos de valores nos referimos a convicciones humanas fundamentales, que llevan a la realización plena, a ciertas actitudes o comportamientos asociados a un valor o a una virtud.
Una persona es más humana cuando puede reconocer que es un ser capaz de lograr que los demás lo acepten, lo respeten y puede convivir.
Uno de los valores destacados y de las actitudes más deseadas en el
entramado de las relaciones humanas, es el compañerismo el cual incluye el amor, el respeto y la comunicación entre dos o más personas.
Y es en la escuela donde este compañerismo debe fomentarse.
Pautas de compañerismo
El ser buen compañero
• Ser buen compañero no es solo prestar una lapicera
a alguien que lo necesite,
sino prestar ayuda sin pedir nada a cambio por ella ,
como ayudar a algún compañero en una materia
que le cueste o ayudarlo o a superar una crisis
• Ayudar sin pedir nada a cambio
• No hablar a espaldas de nadie
• Ser sincero
• No tener prejuicios por su nacionalidad, religión o forma de pensar
• Ser buen compañero no es solo prestar una lapicera
a alguien que lo necesite,
sino prestar ayuda sin pedir nada a cambio por ella ,
como ayudar a algún compañero en una materia
que le cueste o ayudarlo o a superar una crisis
Pautas para ser un buen compañero
• Ayudar sin pedir nada a cambio
• No hablar a espaldas de nadie
• Ser sincero
• No tener prejuicios por su nacionalidad, religión o forma de pensar
¿Cuándo aprenderemos a..?
“Sembraremos lo que cosechamos”
“No puedo pedir respeto, confianza,amor si YO no lo estoy dando.
“Mantener por lo menos una relación cordial”
“Manéjense de una forma en la que puedan convivir y compartir momentos tanto lindos como peores.”
“No puedo pedir respeto, confianza,amor si YO no lo estoy dando.
“Mantener por lo menos una relación cordial”
“Manéjense de una forma en la que puedan convivir y compartir momentos tanto lindos como peores.”
LOGREMOS UNA BUENA CONVIVENCIA
Respeto,
Llegar siempre a un acuerdo,
Ceder en algunas ocasiones,
No ser siempre uno mismo,
Dejar lugar a los otros,
Escuchar,
Proponer metas en común,
No encerrarse en su grupo,
Dialogar mucho.
4.12.10
TUNDRA Y TAIGA
El hemisferio Norte contiene dos biomas típicos, que se extienden, uno a continuación del otro, entre las regiones polares y los biomas situados más al sur. Ellos son la tundra, carente de vegetación arbórea, y la taiga, bosque principalmente de coníferas.
La tundra
El nombre de tundra se aplica, sobre todo, a las regiones árticas de Asia que se encuentran entre los hielos perpetuos al norte y los bosques de la taiga al sur. El suelo de la tundra permanece helado durante la mayor parte del año, y se deshiela parcialmente en verano. El agua se acumula entonces en cenagales y pantanos.
En la tundra, el factor limitante es la temperatura. El promedio de precipitaciones anuales es bajo, alrededor de 250 mm, y la temperatura máxima no supera los 10 º C. El subsuelo presenta una capa helada permanente, cuyo espesor varía según la estación. Esta capa de suelo recibe el nombre de permafrost.
En la tundra, las formas de vida dominantes son los musgos y los líquenes. A pesar de las escasas lluvias, ambas formas crecen bien, porque la evaporación es casi inexistente y hay gran concentración de humedad.
El suelo, pobre en sustancias orgánicas, presenta escasez de nutrientes. Toda la tundra es zona de turberas, depósitos de un combustible fósil, la turba, formado por residuos vegetales que se acumularon durante miles de años en los pantanos. Por el intenso frío, el proceso de descomposición es muy lento y la formación de suelo fértil resulta escasa.
La fauna de la tundra también presenta poca diversidad. Las dos especies principales son el reno, en Europa y Asia, y el caribú en América. Se trata de animales muy parecidos que, muy probablemente, descienden de un antepasado común.
El suelo de la tundra se descongela sólo 2 o 3 veces al año, originando pequeños espejos de agua. El subsuelo, llamado permafrost, está permanentemente helado.
Son mamíferos rumiantes de la familia de los cérvidos, y viven en rebaños.
Aproximadamente, tienen un metro y medio de alzada (la altura de un cuadrúpedo, medida desde el suelo hasta la parte más alta del lomo). Su pelaje, muy tupido, cambia del gris pardo al blanco, en invierno. Poseen astas, con las que excavan en la nieve en busca de los líquenes, su alimento.
Migran periódicamente, de acuerdo con los ciclos de reproducción de las formas de vida de las que se nutren. Los renos se domestican, y sirven como animales de tiro y carga. Otros mamíferos que se alimentan de plantas y líquenes son los lemmings, especies de ratas de campo.
Hay también liebres árticas, lobos, zorros, linces y osos polares, y hasta un tipo de bovino silvestre adaptado al frío intenso, el buey almizclero. Muchos de estos animales hibernan, es decir, entran en estado de letargo invernal, después de haber acumulado reservas en su organismo durante la breve temporada cálida.
Es mayor la variedad de aves: se encuentran búhos nivales, palmípedos como el ánsar y el colimbo, y el halcón más grande que se conoce, el gerifalte. Otras aves provienen del sur, y encuentran en la tundra las condiciones necesarias para anidar y reproducirse.
Durante los escasos días veraniegos hay también jejenes y mosquitos. Es sorprendente que en zonas tan frías estos insectos lleguen a reproducirse hasta formar enjambres gigantescos. En la corta temporada de verano, parte de la nieve acumulada se derrite, el subsuelo de la tundra, helado durante todo el año, impide el drenaje y se forman charcos y pantanos.
El agua estancada alcanza entonces temperaturas suficientes para la reproducción de las larvas de los mosquitos.
Tradicionalmente, la tundra ha estado habitada por esquimales -cazadores y pescadores- y por pastores de renos, que siguen desplazándose desde los bosques, en busca de alimento para sus rebaños y alcanzan la tundra en la época menos fría del año. Es interesante observar que la vida de estos pueblos evoca en cierto modo la del llamado Hombre de Cro-Magnon, un antecesor del hombre actual que habitó la región de Dordoña, en el sur de Francia, hace unos 30.000 años.
El suelo de la taiga, sometido a menor frío que el de la tundra, permite el desarrollo de especies arbóreas, como las coníferas
Esa zona, templada en la actualidad, era tundra en aquellos tiempos. Los descubrimientos arqueológicos y las pinturas de las cuevas en que vivían muestran similitudes con grupos esquimales de la tundra actual.
La taiga
En Asia, al sur de la tundra y al norte de la estepa se encuentra una formación boscosa de clima frío, con predominio de coníferas.
Este bioma del norte de Siberia, que ha sido llamado taiga, aparece también en la región del mar de Hudson, al norte del Canadá.
En la taiga, los factores limitantes son la temperatura y el agua. La temperatura media es de 19º C en
verano, y -30ºC en invierno; el promedio anual de precipitaciones alcanza a 450 mm.
En toda esta zona crece el bosque boreal, favorecido por climas menos rigurosos que los de la tundra y por un suelo que sufre menos el efecto de las nevadas. Los países escandinavos, Siberia y Canadá presentan bosques de abetos, pinos y alerces, y de abedules.
La fauna está compuesta por animales que resisten el frío, muchos de los cuales hibernan: alces, bisontes, lobos, osos, martas, linces, ardillas, marmotas, castores, lemmings y venados.
La tundra
El nombre de tundra se aplica, sobre todo, a las regiones árticas de Asia que se encuentran entre los hielos perpetuos al norte y los bosques de la taiga al sur. El suelo de la tundra permanece helado durante la mayor parte del año, y se deshiela parcialmente en verano. El agua se acumula entonces en cenagales y pantanos.
En la tundra, el factor limitante es la temperatura. El promedio de precipitaciones anuales es bajo, alrededor de 250 mm, y la temperatura máxima no supera los 10 º C. El subsuelo presenta una capa helada permanente, cuyo espesor varía según la estación. Esta capa de suelo recibe el nombre de permafrost.
En la tundra, las formas de vida dominantes son los musgos y los líquenes. A pesar de las escasas lluvias, ambas formas crecen bien, porque la evaporación es casi inexistente y hay gran concentración de humedad.
El suelo, pobre en sustancias orgánicas, presenta escasez de nutrientes. Toda la tundra es zona de turberas, depósitos de un combustible fósil, la turba, formado por residuos vegetales que se acumularon durante miles de años en los pantanos. Por el intenso frío, el proceso de descomposición es muy lento y la formación de suelo fértil resulta escasa.
La fauna de la tundra también presenta poca diversidad. Las dos especies principales son el reno, en Europa y Asia, y el caribú en América. Se trata de animales muy parecidos que, muy probablemente, descienden de un antepasado común.
El suelo de la tundra se descongela sólo 2 o 3 veces al año, originando pequeños espejos de agua. El subsuelo, llamado permafrost, está permanentemente helado.
Son mamíferos rumiantes de la familia de los cérvidos, y viven en rebaños.
Aproximadamente, tienen un metro y medio de alzada (la altura de un cuadrúpedo, medida desde el suelo hasta la parte más alta del lomo). Su pelaje, muy tupido, cambia del gris pardo al blanco, en invierno. Poseen astas, con las que excavan en la nieve en busca de los líquenes, su alimento.
Migran periódicamente, de acuerdo con los ciclos de reproducción de las formas de vida de las que se nutren. Los renos se domestican, y sirven como animales de tiro y carga. Otros mamíferos que se alimentan de plantas y líquenes son los lemmings, especies de ratas de campo.
Hay también liebres árticas, lobos, zorros, linces y osos polares, y hasta un tipo de bovino silvestre adaptado al frío intenso, el buey almizclero. Muchos de estos animales hibernan, es decir, entran en estado de letargo invernal, después de haber acumulado reservas en su organismo durante la breve temporada cálida.
Es mayor la variedad de aves: se encuentran búhos nivales, palmípedos como el ánsar y el colimbo, y el halcón más grande que se conoce, el gerifalte. Otras aves provienen del sur, y encuentran en la tundra las condiciones necesarias para anidar y reproducirse.
Durante los escasos días veraniegos hay también jejenes y mosquitos. Es sorprendente que en zonas tan frías estos insectos lleguen a reproducirse hasta formar enjambres gigantescos. En la corta temporada de verano, parte de la nieve acumulada se derrite, el subsuelo de la tundra, helado durante todo el año, impide el drenaje y se forman charcos y pantanos.
El agua estancada alcanza entonces temperaturas suficientes para la reproducción de las larvas de los mosquitos.
Tradicionalmente, la tundra ha estado habitada por esquimales -cazadores y pescadores- y por pastores de renos, que siguen desplazándose desde los bosques, en busca de alimento para sus rebaños y alcanzan la tundra en la época menos fría del año. Es interesante observar que la vida de estos pueblos evoca en cierto modo la del llamado Hombre de Cro-Magnon, un antecesor del hombre actual que habitó la región de Dordoña, en el sur de Francia, hace unos 30.000 años.
El suelo de la taiga, sometido a menor frío que el de la tundra, permite el desarrollo de especies arbóreas, como las coníferas
Esa zona, templada en la actualidad, era tundra en aquellos tiempos. Los descubrimientos arqueológicos y las pinturas de las cuevas en que vivían muestran similitudes con grupos esquimales de la tundra actual.
La taiga
En Asia, al sur de la tundra y al norte de la estepa se encuentra una formación boscosa de clima frío, con predominio de coníferas.
Este bioma del norte de Siberia, que ha sido llamado taiga, aparece también en la región del mar de Hudson, al norte del Canadá.
En la taiga, los factores limitantes son la temperatura y el agua. La temperatura media es de 19º C en
verano, y -30ºC en invierno; el promedio anual de precipitaciones alcanza a 450 mm.
En toda esta zona crece el bosque boreal, favorecido por climas menos rigurosos que los de la tundra y por un suelo que sufre menos el efecto de las nevadas. Los países escandinavos, Siberia y Canadá presentan bosques de abetos, pinos y alerces, y de abedules.
La fauna está compuesta por animales que resisten el frío, muchos de los cuales hibernan: alces, bisontes, lobos, osos, martas, linces, ardillas, marmotas, castores, lemmings y venados.
DESIERTO
Más del 14% de la superficie del planeta está ocupada por desiertos, situados principalmente en áreas vecinas a los trópicos. En este bioma el factor limitante es el agua: las precipitaciones no llegan a los 250 mm por año, mientras que la temperatura media anual es de 30'C. Los desiertos no son regiones muertas. Después de una lluvia repentina, una superficie arenosa se puede poblar de plantas, flores y pequeños animales.
La vegetación dominante e herbácea y de carácter xerófilo, es decir, adaptadas a la sequedad del ambiente. La lejanía del mar hace que los vientos marítimos lleguen despojados de humedad en los desiertos continentales fríos, como el de Gobi, en Mongolia.
También aportan sequedad las corrientes marinas frías que pasan por las costas de algunos continentes formando desiertos de franja, como el de Atacama, en Chile. En los desiertos tropicales cálidos, cuyo ejemplo típico es el Sahara, la escasez de vapor de agua en la atmósfera hace que un 90% del calor del sol llegue hasta el suelo. De noche, la temperatura baja con rapidez porque ese calor se disipa en la atmósfera.
El Sahara
El desierto más extenso del mundo es el Sahara.
Se extiende sobre casi 9.000.000 de km2, en el norte de África y en la península Arábiga. Registra las temperaturas máximas del planeta (hasta 58º C), y tiene tres tipos de terreno: hamadas o mesetas rocosas, regs o desiertos de piedras, y ergs o extensiones donde la arena forma médanos o dunas de hasta 200 m de altura. En tiernpos antiquísimos el Sahara disponía de agua en cantidad suficiente, con flora y fauna muy ricas, según lo atestiguan pinturas sobre rocas de hace unos 5.000 años.
Los suelos de los desiertos son, en general, sumamente áridos y están compuestos de arena. A pesar de la dureza de las condiciones, donde surge el agua de las napas profundas aparecen los oasis, muy ricos en vegetación.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LOS DESIERTOS
La lluvia, fuente de vida En general, las lluvias no guardan un ritmo estacional.
Algunos desiertos reciben más precipitaciones en invierno; en otros, puede no llover durante diez años. Las semillas sobreviven protegidas por sus duras cortezas; cuando llueve, siempre torrencialmente, germinan con rapidez. Rápidamente las plantas crecen, florecen y generan nuevas semillas. Las que no mueren enseguida deben resistir el clima seco y, por un mecanismo de adaptación a la sequía, absorben y conservan agua.
El cacto americano, por ejemplo, la almacena en su tallo; las hojas, transformadas en espinas, no eliminan agua y defienden a la planta. El proceso de fotosíntesis tiene lugar en las células superficiales del tronco. En general, las plantas del desierto tienen raíces muy profundas para captar la humedad subterránea, y crecen muy alejadas unas de otras para aprovechar mejor el agua.
Con la vida vegetal se renueva también la fauna. Aparecen numerosos insectos, arañas, escorpiones y ciempiés. En los charcos que se forman temporariamente se activan huevos de crustáceos que han estado largo tiempo -a veces, décadas- en estado latente. Ranas y sapos se multiplican, y al evaporarse el agua se entierran para escapar del calor. En los reptiles del desierto, las escamas evitan la pérdida de agua. Los mamíferos que prevalecen son roedores excavadores, que se alimentan de semillas. Poseen patas posteriores fuertes, con las que saltan y se desplazan rápidamente. La rata canguro vive en los desiertos americanos; el jerbo y la rata del desierto, en África, y el canguro marsupial en Australia. Sólo en las cercanías de los charcos pueden subsistir algunas especies de herbívoros. Ciertas cebras africanas detectan la presencia de aguas subterráneas, y construyen sus bebederos excavando con las pezuñas.
El camello y el dromedario, típicos de los desiertos de África y de Asia, pueden pasar largos períodos sin beber. En caso de necesidad sufren la transformación de las células grasas de la joroba, que proporcionan agua al organismo. Esas reservas de grasa pueden superar los 100 kilogramos, y por estar concentradas en la joroba no transmiten calor al cuerpo.
Los oasis
En los desiertos de Asia y de África se llama oasis a los islotes de vegetación y concentración faunística. Su ubicación a lo largo del territorio determinó, en tiempos prehistóricos, las migraciones humanas y las rutas de las caravanas. En sus márgenes surgieron aldeas y ciudades. Un oasis es una fuente permanente de agua potable, un manantial junto al cual crecen palmeras, olivos y árboles frutales, y se pueden desarrollar actividades agrícolas y de cría de ganado. En varios países africanos y asiáticos se ha intentado, con éxito, crear oasis artificiales mediante la extracción del agua de las napas profundas.
A pesar de la sequedad y el calor extremos, los desiertos no son regiones muertas. Al atardecer o cuando cae la noche, comienzan a mostrarse aves, reptiles, roedores.
La vegetación dominante e herbácea y de carácter xerófilo, es decir, adaptadas a la sequedad del ambiente. La lejanía del mar hace que los vientos marítimos lleguen despojados de humedad en los desiertos continentales fríos, como el de Gobi, en Mongolia.
También aportan sequedad las corrientes marinas frías que pasan por las costas de algunos continentes formando desiertos de franja, como el de Atacama, en Chile. En los desiertos tropicales cálidos, cuyo ejemplo típico es el Sahara, la escasez de vapor de agua en la atmósfera hace que un 90% del calor del sol llegue hasta el suelo. De noche, la temperatura baja con rapidez porque ese calor se disipa en la atmósfera.
El Sahara
El desierto más extenso del mundo es el Sahara.
Se extiende sobre casi 9.000.000 de km2, en el norte de África y en la península Arábiga. Registra las temperaturas máximas del planeta (hasta 58º C), y tiene tres tipos de terreno: hamadas o mesetas rocosas, regs o desiertos de piedras, y ergs o extensiones donde la arena forma médanos o dunas de hasta 200 m de altura. En tiernpos antiquísimos el Sahara disponía de agua en cantidad suficiente, con flora y fauna muy ricas, según lo atestiguan pinturas sobre rocas de hace unos 5.000 años.
Los suelos de los desiertos son, en general, sumamente áridos y están compuestos de arena. A pesar de la dureza de las condiciones, donde surge el agua de las napas profundas aparecen los oasis, muy ricos en vegetación.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LOS DESIERTOS
La lluvia, fuente de vida En general, las lluvias no guardan un ritmo estacional.
Algunos desiertos reciben más precipitaciones en invierno; en otros, puede no llover durante diez años. Las semillas sobreviven protegidas por sus duras cortezas; cuando llueve, siempre torrencialmente, germinan con rapidez. Rápidamente las plantas crecen, florecen y generan nuevas semillas. Las que no mueren enseguida deben resistir el clima seco y, por un mecanismo de adaptación a la sequía, absorben y conservan agua.
El cacto americano, por ejemplo, la almacena en su tallo; las hojas, transformadas en espinas, no eliminan agua y defienden a la planta. El proceso de fotosíntesis tiene lugar en las células superficiales del tronco. En general, las plantas del desierto tienen raíces muy profundas para captar la humedad subterránea, y crecen muy alejadas unas de otras para aprovechar mejor el agua.
Con la vida vegetal se renueva también la fauna. Aparecen numerosos insectos, arañas, escorpiones y ciempiés. En los charcos que se forman temporariamente se activan huevos de crustáceos que han estado largo tiempo -a veces, décadas- en estado latente. Ranas y sapos se multiplican, y al evaporarse el agua se entierran para escapar del calor. En los reptiles del desierto, las escamas evitan la pérdida de agua. Los mamíferos que prevalecen son roedores excavadores, que se alimentan de semillas. Poseen patas posteriores fuertes, con las que saltan y se desplazan rápidamente. La rata canguro vive en los desiertos americanos; el jerbo y la rata del desierto, en África, y el canguro marsupial en Australia. Sólo en las cercanías de los charcos pueden subsistir algunas especies de herbívoros. Ciertas cebras africanas detectan la presencia de aguas subterráneas, y construyen sus bebederos excavando con las pezuñas.
El camello y el dromedario, típicos de los desiertos de África y de Asia, pueden pasar largos períodos sin beber. En caso de necesidad sufren la transformación de las células grasas de la joroba, que proporcionan agua al organismo. Esas reservas de grasa pueden superar los 100 kilogramos, y por estar concentradas en la joroba no transmiten calor al cuerpo.
Los oasis
En los desiertos de Asia y de África se llama oasis a los islotes de vegetación y concentración faunística. Su ubicación a lo largo del territorio determinó, en tiempos prehistóricos, las migraciones humanas y las rutas de las caravanas. En sus márgenes surgieron aldeas y ciudades. Un oasis es una fuente permanente de agua potable, un manantial junto al cual crecen palmeras, olivos y árboles frutales, y se pueden desarrollar actividades agrícolas y de cría de ganado. En varios países africanos y asiáticos se ha intentado, con éxito, crear oasis artificiales mediante la extracción del agua de las napas profundas.
A pesar de la sequedad y el calor extremos, los desiertos no son regiones muertas. Al atardecer o cuando cae la noche, comienzan a mostrarse aves, reptiles, roedores.
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